No fumo, y aspiro a encontrarme con caballeros educados y que sepan valorar lo bueno
Tomé el vibrador bajo el mantel blanco, debajo de mi vestido, y subí a mi ranura, hasta que descansó a la vera de mi clítoris. El vibrador vibrante apenas era perceptible sobre la cafetera espresso en la siguiente. Me abrí camino hasta el clímax y le pregunté en voz baja: Señor, ¿puedo ir? Sigue leyendo